Nos alojamos mi pareja y yo con nuestro perro y todo fue genial. La casita preciosa, limpia, muy acogedora y muy bien equipada, sobretodo la cocina.
La propietaria fue muy amable. Nos dejaron un saco de leña en la puerta para que pudiésemos encender la chimenea (dispusimos de pastillas de encendido, periódicos y piñas de sobra para encenderla las dos noches que estuvimos).
Lo único que nos molestó a ratos durante la estancia (que nada tiene que ver con la casa, sino con la zona) era la cantidad de moscas que entraban en cuanto abríamos la ventana. Nos habían dejado insecticida de sobra para repelerlas, pero nosotros no lo echamos para no perjudicar a nuestro perro, por lo cual puede ser buena idea para quien vaya con sus mascotas llevar un matamoscas clásico.
El pueblo es súper tranquilo y bonito, nada masificado e ideal tanto para desconectar como para hacer rutas preciosas por la zona.
¡Volveremos!