Hemos estado el fin de semana en la Casa del Bosque y se nos ha pasado el tiempo volando.
La casa es muy bonita, muy luminosa, espaciosa, camas amplias, muebles de jardín muy cómodos; se ha sabido conjugar con gusto, lo actual y lo antiguo. Desde la terraza tienes unas vistas tan bonitas, que te cuesta bajar a la piscina, la cual está estupenda para relajarte, y en las tumbonas del cenador, te envuelve una galbana placentera.
Pero lo mejor de todo, son los grandes ventanales, que, a través de ellos, como si fueran un marco, puedes disfrutar de un cuadro maravilloso: la luna, el cielo y los árboles. Con este cuadro y en el más absoluto silencio, sólo roto por la llamada de algún búho, nos dormíamos por la noche, soñando con volver.
El detalle de Jesús, de repartir flores por la casa a nuestra llegada, no lo olvidaremos, y lo echaremos de menos en otras casas. Con Jesús te ríes mucho y cuida que estés a gusto.
A Cándido, tan simpático, le agradecemos enormemente, ya desde Madrid, el habernos ayudado en el pinchazo del coche. Si no es por él.....
A los dos os deseamos suerte, en vuestros nuevos proyectos. Si le ponéis la misma alegría y dedicación que a las casas, seguro que tendrán mucho éxito.
Y para hacer más especial el lugar, están Lili, Fox, Toñi, Cantora y galgo feliz (le llamamos así). Los echamos de menos (sobre todo los niños) y son un ejemplo de cómo deberían vivir todos los animales domésticos: felices y libres.
Los niños os mandan un beso a todos.
P.D. todavía estamos maravillados del absoluto silencio que existe por las noches, tan difícil de encontrar en estos tiempos. Ya sólo por esto, hay que ir a Los Canchales.