Somos un grupo de compañeros que cada año vamos a una casa rural, y si nos gusta repetimos, para que arriesgar.
Hace unos años descubrimos La Solanilla, una casa con encanto, que parece la portada de una revista de decoración rústica; Tras un parón de seis años en los que la casa ha sido destinada a otros usos, por fin este año hemos podido disfrutar de nuevo de este maravilloso alojamiento,lleno de paz y tranquilidad. Paz su propietaria, siempre atenta, estuvo completamente a nuestra disposición.
Como consejo, llevaros una chaqueta, por la noche refresca (igual que en Madrid).
Volveremos sin duda.